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Las Relaciones…. Una herramienta para la evolución

Lorena Villarreal
Todos los seres humanos nos necesitamos unos a otros.

Gracias a la convivencia y al compartir con los demás es como vamos creciendo espiritualmente, y vamos desarrollando la  capacidad de amar. Solos no podríamos lograrlo.

Al planeta venimos a aprender. De eso se trata este paso por los mundos físicos. ¿Pero aprender qué? ¿Qué es eso que me trae a la vida a tomar un cuerpo físico?

Son tres cositas solamente, y en eso consiste el proceso evolutivo. En el desarrollo de tres virtudes. La virtud de la paz, de la felicidad y del amor.

¿Y cómo lo lograríamos si no tuviéramos alrededor nuestro a los demás? No podríamos. No tendríamos quien nos confrontara y nos mostrara nuestra ignorancia. No tendríamos con quien enojarnos y desesperarnos. Los necesitamos.

Por eso las relaciones son tan valiosas. Sin saberlo nos estamos apoyando unos a otros. Tú me ayudas a mí, y yo te ayudo a ti. De nuestro compartir vamos sacando conclusiones, y vamos entrando en comprensión.

De hecho, antes de nacer a los mundos físicos, cuando en planos espirituales diseñamos nuestros destinos, hicimos acuerdos de apoyo mutuo. Nos ayudaríamos entre todos a crecer, y a lograr ese aprendizaje que requerimos.

Nadie puede aprender por otro, pero tampoco nadie puede aprender sin el otro

Si nuestro nivel de ignorancia es alto, tendremos relaciones muy complicadas, que les llamamos “las relaciones de destino”. Es una lucha de egos constante. Se enfrenta tu ego con el mío generando mucha desarmonía, y de ese resultado de sufrimiento es como se va dando nuestro aprendizaje.

Esa desarmonía me lleva a desarrollar la paciencia, la tolerancia, el respeto, la aceptación, y muchas facultades superiores que están relacionadas con el amor. De tanto sufrir me voy viendo obligado a hacer un alto al fuego, y buscar una forma más armónica de convivir.

Entre más difícil es la persona con la que convives, más apoya tu desarrollo. La convivencia con las personas amables es muy linda, pero no hay crecimiento. No te aportan nada. De las desagradables y difíciles es de las que aprendes, porque te llevan a tal desesperación que te obligan a crecer. No te queda de otra. Son las que te hacen ver tus limitaciones.

A esa persona difícil le llamamos “entrenador”. Gracias a ella es que tú vas creciendo y desarrollando el principio de amor. Sin que sea consciente ni voluntario, te ayudan a entrenarte.

Si cualquiera de nosotros decidiera irse a vivir en soledad a algún lugar alejado, podría creer que ya tiene un alto desarrollo porque está en paz, pero no es así. Seguramente al tener contacto con alguien entrará en conflicto, porque su paz no depende de un desarrollo espiritual, sino de una ausencia de conflicto externo.

No es lo mismo estar en paz, que tener paz. Estar en paz es solamente una ausencia de problemas, y es temporal. Basta con que llegue cualquier dificultad para que se pierda. Tener paz es diferente, ya que se deriva de un proceso interno de aceptación, y ese es permanente. No depende de lo externo sino de tu interior. Se ha generado desde una comprensión interna.

Los demás son entrenadores en nuestras vidas. Por ellos es que nos enfrentamos a nuestra ignorancia entrando en conflicto interno, y generando grandes cantidades de sufrimiento y desesperación. Y por ellos es que en algún momento decidimos salir de esos niveles de sufrimiento y empezar a trabajar en nosotros.

Comprendemos la necesidad de la convivencia pacífica y armónica, y nos decidimos voluntariamente a trabajar en ella. Dejamos de relacionarnos desde el ego y empezamos a utilizar el respeto, la aceptación, la valoración y el agradecimiento. A estos niveles de sabiduría no hubiéramos llegado si no hubiéramos pasado primero por esas relaciones de destino tan desgastantes y complicadas.

Una vez que ya salimos de las relaciones de destino y ya aprendimos a relacionarnos con más armonía, ya no necesitaremos entrenadores tan difíciles en nuestra vida. Ya habremos trascendido esa correspondencia.

Por lo tanto, no le saques la vuelta a las personas difíciles que hay en tu vida. Son muy valiosas. Aprovéchalas y agradécelas, ya que están apoyando tu crecimiento espiritual.